III.1.- Cultivando suelo

Ya hemos ubicado el jardín comestible, ahora nos toca comenzar a diseñarlo.

Empezamos con la limpieza del terreno que hemos elegido para diseñar nuestro jardín comestible. Éste sería  un trabajo en equipo con los beneficiarios. Procedemos a quitar, si las hubiera, piedras grandes, maleza o socavones para que el terreno quede lo más nivelado posible.

A no ser que queramos hacer nuestro jardín comestible con bancales elevados, técnica que se describirá más adelante en esta unidad didáctica, se podría arar el terreno por última vez si éste está muy duro, aunque no se recomienda para no desequilibrar más el suelo. Si existen muchas hierbas podría venir bien pasar una desbrozadora o cortarla a mano, dejándolas extendidas sobre el terreno y mojándolas por encima. También podemos usar animales como gallinas, patos, ocas, cerdos…, haciendo un cercado fijo o móvil con una parte sombreada y agua en la zona donde queremos hacer el jardín comestible, dejándoles en el cercado el tiempo suficiente, que será cuando el terreno esté totalmente limpio de hierbas y abonado por los animales.

Es importante colocar como mínimo un biotopo en el jardín comestible. Para ello elegimos el lugar y lo construimos previamente, integrándolo con sus plantas y bordes (Foto III.1).

Foto III.1.- Biotopo integrado en el jardín comestible

El terreno ya está listo para extender sobre él, como mínimo, una capa nivelada de compost de 15 a 20 cm de altura. Esta labor es la inversión más importante que debemos hacer para obtener buenos resultados de forma permanente desde el primer año en adelante. Nunca debemos de extender el compost menos de 15 a 20 cm de altura por querer obtener más cantidad de superficie de terreno para el cultivo. Es mejor menos superficie con la altura mínima propuesta de compost, que tratar de tener más superficie con menos altura de compost. Y si no disponemos de compost suficiente, colocar éste sólo en los canteros quedando el camino más bajo. En este último caso tener en cuenta que debemos de diseñar los canteros previamente para poder extender el compost en los mismos (Foto III.2). Una vez terminada esa labor mojamos el compost sin encharcarlo.

Foto III.2.- Distribución del compost en el jardín comestible y distribución de compost solo en los canteros

Para ello hay que buscar un buen compost para empezar a cultivar suelo. Podría ser un compost vegetal o animal o incluso la mezcla de ambos. Si tenemos nuestro propio compost maduro podría ser suficiente para empezar (Foto III.3). Si necesitáramos grandes cantidades lo podríamos obtener de algún ganadero cercano pudiendo utilizar o fomentar el trueque si ambos están de acuerdo.

Foto III.3.-Compost maduro de origen animal y vegetal de la granja de la ADP

Con el fin de, por un lado, crear las condiciones de vida en el suelo y, por otro, controlar hierbas no deseadas y mantener la humedad, cubriremos el compost con periódicos y/o cartones usados que no sean revistas ni cartones con colores o plastificados. Con ello estaremos reutilizando y transformando la celulosa de los periódicos y cartones de residuo en recurso (Foto III.4).

Foto III.4.- Almacenamiento de periódicos y cartones en la finca

Colocaremos el papel o cartón sobre toda la superficie de los futuros caminos y canteros del jardín comestible. La manera de colocarlos es clave para mantener la hierba controlada varios meses, incluso hasta un año. Al colocar el papel o cartón en el terreno tenemos que tener en cuenta que debemos empezar del fondo hacia fuera para no pisarlos, y si hubiera en el terreno árboles o plantas que no quisiéramos quitar, podríamos rodear los troncos o tallos con los periódicos o cartones (Foto III.5).

Foto III.5.- Sorteando plantas y árboles en el empapelado

En el caso de que en el terreno haya algo de pendiente, empezaríamos a colocar la primera línea del cartón o periódico desde la parte más alta del mismo para facilitar que el agua de la lluvia o de riego se retenga en el terreno a través de la técnica de solape que describiremos a continuación.

Los periódicos se colocan siempre mojados, utilizando cubos con agua donde meterlos doblados para empaparlos. Estando mojados se facilita una mejor fijación entre ellos. Es más fácil que queden totalmente extendidos sin muchas rugosidades, y no corremos el riesgo de que una brisa los levante. Una vez empapado el periódico se abre a la mitad y se coloca en el terreno. Si el periódico es muy grueso lo podemos separar en dos periódicos.

Colocamos los periódicos en el terreno de la siguiente manera: comenzamos por el fondo del jardín por un extremo a formar la primera línea con el primer periódico abierto a lo largo sobre el compost; el segundo periódico lo solapamos a la mitad del primero, y así sucesivamente solapamos un periódico tras otro de modo que crearemos una primera línea que llegue hasta el otro extremo de la zona que queremos cubrir.

La segunda línea se haría siguiendo el mismo procedimiento teniendo en cuenta, eso sí, que los periódicos de esa segunda línea se solapan a su vez sobre la mitad del ancho de los periódicos de la primera y así sucesivamente formaremos esta segunda línea con el mismo método que la primera, hasta terminar de cubrir nuestra superficie línea a línea (Foto III.6). De esta manera si se hace bien la actividad habría un mínimo de solapamiento de cuatro periódicos en toda la superficie cubierta excepto en los bordes, situación que podríamos solucionar con un refuerzo de periódico o cartón en estas zonas. Con ello se evita que la hierba pueda brotar perforando fácilmente los periódicos por un incorrecto solape. Este grosor de periódicos vendría muy bien para zonas donde tengamos el problema de las hierbas adventicias de difícil eliminación. Si éste no fuera el caso podríamos dividir el periódico tres o cuatro veces y seguir el mismo procedimiento descrito para cubrir el compost.

Foto III.6.- Detalle de la colocación de los periódicos en el terreno

Para esta labor podríamos formar parejas con nuestros participantes para cubrir con periódicos o cartones cada línea. Cada grupo haría un tramo corto dependiendo del tamaño del jardín comestible y del número de participantes. Para compartir el trabajo, cada pareja tendría un montón de periódicos y un cubo con agua a su disposición, donde una persona mojaría y abriría el periódico a la mitad, se lo iría pasando a la otra persona, y ésta lo iría colocando sobre el compost según el procedimiento descrito. Cada cierto tiempo se irían turnando para que cada persona realice ambas actividades (Foto 3.7).

Foto III.7.- Curso realizado por la ADP empapelando el jardín comestible en grupo

Al trabajar varias parejas en una misma línea habrá momentos en que dos grupos se encuentren. Para evitar un mal solape en esos puntos de encuentro hay que asegurarse de que en estas zonas se mantenga el mismo criterio de un mínimo de solape de cuatro periódicos.

Si esta labor la hiciéramos con cartones se solaparían igual o más que los periódicos mojándolos con frecuencia con una manguera para asentarlos, y para que no se los lleve el viento. Es muy importante no pisar los cartones en seco una vez solapados ya que se desplazan con mucha facilidad, perdiéndose con ello las funciones del solape. El cartón tiene el inconveniente de que al descomponerse con más facilidad y rapidez que el periódico da lugar a que la hierba brote en un periodo más corto de tiempo.

Es importante que las personas responsables de monitorizar esta actividad colaboren en su seguimiento para asegurar que haya una buena cobertura de los periódicos o cartones. De esta manera todos aprenden, comparten, se ayudan y disfrutan del trabajo, fomentando entre todos, la concentración, la atención y las relaciones y habilidades interpersonales.

En el siguiente paso toca cubrir el periódico o cartón con la materia orgánica vegetal que será nuestro acolchado. Antes de colocarla nos debemos asegurar de que la superficie de los periódicos o cartones esté húmeda. Si estuviera seca se mojaría con cuidado con manguera o con el agua sobrante de los cubos para, por un lado, evitar que los periódicos o el cartón se desplacen si el agua de la manguera tiene mucha presión o si el agua sobrante se tirara bruscamente, y por otro, aprovechar que el agua se incorpore al suelo a través de los solapes (Foto III.8).

Foto III.8.- Mojando los periódicos antes de poner la materia orgánica

La materia orgánica vegetal puede ser verde o seca como paja, poda triturada, picadillo de monte, hojarasca, hierbas, restos de la poda o limpieza de las verduras, etc. Hay que tener en cuenta que una vez puesta en el terreno dependiendo de la materia orgánica que usemos podrían surgir brotes de semillas que germinarían sobre el papel, sin posibilidad de desarrollarse e incorporándose en el acolchado (Foto III.9).

Foto III.9.- Distintos tipos de materia orgánica (paja, hierba y restos de verduras, picadillo de monte y poda de jardines)

Con el material de acolchado que tengamos se cubre la superficie de periódico y/o cartón de la manera más homogénea posible, aportando un grosor aproximado de entre 5 y 8 cm, que se nos reducirá a la mitad cuando se asiente en el terreno (Foto III.10), en más o menos una semana. Hay que tener en cuenta en todo momento que si por alguna circunstancia el viento deja algún claro debemos reponer nuevamente ese claro con acolchado para mantener el mencionado grosor. No debemos olvidar regar de nuevo una vez terminada la actividad de acolchado.

El nivel de acolchado sugerido es el indicado para verduras y hortalizas. Si quisiéramos, por ejemplo, obtener un cultivo de papas (patatas) deberíamos incorporar el doble o más de materia orgánica para que los tubérculos dispongan de más volumen para desarrollarse, evitando también con ello que se alunen.

Foto III.10.- Acolchado sobre periódicos con paja y con picadillo de monte sobre cartones

Una cuestión a tener muy presente en el desarrollo de esta actividad es que lo que se avance con periódicos o cartones en el jardín comestible tiene que quedar siempre cubierto con el acolchado para evitar que de un día para otro los periódicos o cartones que no se cubran se sequen y una brisa los desplace (Foto III.11).

Foto III.11.- Cubriendo los periódicos y cartones con materia orgánica al final del trabajo

La materia orgánica se irá aportando de fuera para dentro, es decir, en el orden contrario al realizado en la colocación de los periódicos o cartones, de tal manera que mientras se haga el aporte nunca se pise en el cartón o periódico sino sobre la materia orgánica (Foto III.12).

Foto III.12.- Orden de colocación de la materia orgánica en el jardín comestible sin pisar los periódicos

Hay que ser consciente de que toda el agua que se ha ido incorporando desde el principio de esta práctica se mantendrá en el terreno sin evaporarse gracias al acolchado. Además, en su conjunto, realizará una labor de descomposición e incorporación de nutrientes en el proceso del cultivo del suelo.

III.2.- Dibujando nuestros canteros

A la hora de diseñar los canteros se sugiere realizar un trabajo previo en el aula formando grupos reducidos con los participantes para dibujar cómo queremos diseñar el jardín comestible, de manera que se llegue a hacer una puesta en común para que entre todos podamos realizar un diseño práctico y apropiado a sus necesidades, fomentando así habilidades como el trabajo en equipo, el consenso, las resoluciones de conflictos, etc.

Recomendamos diseñar formas redondas, como mandalas, que actúen como jardines comestibles armónicos y que puedan crear un ambiente de terapia y trabajo a la vez (Foto III.13).

Foto III.13.- Ejemplos de mandalas

Una vez decidido el diseño definitivo del jardín comestible lo trasladamos a escala real sobre el terreno utilizando para marcarlo, por ejemplo, borras de café, estacas, piedras pequeñas en puntos estratégicos, hilos, cuerdas, etc. (Foto III.14). Esta labor a escala real sirve igualmente para trabajar en equipo tomando medidas, haciendo cálculos y desarrollando la destreza de traducir un esquema en papel a una realidad en el jardín comestible.

Foto III.14.- Diseñando en el terreno con borras de café

 

Las medidas recomendables para los caminos son de 50 cm de ancho y para los canteros de 1,10 m, aunque lo ideal sería ajustarnos a la medida adecuada para la persona más pequeña o con menos elasticidad del grupo para que así pueda llegar sin dificultad, agachada o en cuclillas, al centro del cantero sin pisar la zona de cultivo. Hay que recalcar la importancia de evitar pisar sobre el cantero para que no se apelmace el suelo. A partir de este momento ya pisaremos sólo en los caminos.

Una vez marcado el espacio con su diseño tenemos que delimitar los canteros de los caminos, usando lo que podamos tener a mano como piedras, botellas usadas, troncos de madera, etc., que iremos recolectando y que colocaremos encima de las marcas del diseño, quedando así plasmado en el terreno el dibujo de nuestro jardín comestible.

Aquí podemos estimular la imaginación con los participantes y tratar de reutilizar el material disponible todo lo posible, integrándolo de una manera artística y estética en nuestro jardín comestible (Foto III.15).

Foto III.15.- La estética de nuestros  jardines comestibles

Si empleáramos botellas de cristal reutilizadas, tenemos que tener en cuenta colocarlas lo más juntas posibles para que luego no se nos muevan ni caigan, y para fijarlas en el terreno podríamos utilizar una estaca para perforar el suelo y poder introducir el gollete de la misma (Foto III.16).

Foto III.16.- Distintas formas de delimitación de los canteros y caminos

Si colocamos piedras deberán estar lo más pegadas posible por la misma razón que las botellas, debiendo ir en el suelo la parte que mejor se asiente, y poniendo el lado de la piedra con menos aristas hacia el lado del camino, para que así no tengamos dificultades a la hora de pasar una carretilla o ante posibles tropiezos (Foto III.17).

A los troncos o tablas de madera que pudiéramos utilizar para canteros redondos, tendríamos que cortarles un extremo en forma de estaca para poder clavarlos en la marca dibujada sobre el jardín comestible. Si fueran canteros rectos podríamos utilizar los troncos más largos y acostarlos a lo largo del cantero, fijándolos con pequeñas estacas en sus extremos.

Foto III.17.- “Aprendiendo haciendo” mandalas

Si dispusiéramos de una fina capa de materia orgánica de color diferente al del cantero podríamos colocarla sobre el acolchado existente del camino proporcionándonos con ello un resultado bonito a la vista (Foto III.18).

Figure III.18.- Coloured paths using different vegetable mulchings

Los materiales que utilizamos de bordes nos crean un interesante efecto de captación de calor, microclimas en nuestro jardín comestible y refugios para insectos y otros seres vivos beneficiosos para el suelo y nuestros cultivos, y que además nos dan la posibilidad de usar herramientas como lupas de mano con las que poder observar una parte de la vida del jardín comestible ya sea utilizando la lupa directamente en el huerto, o llevándonos porciones de suelo a nuestras aulas para observar con microscopios o lupas binoculares la vida del jardín. Con ello podemos desarrollar una actividad terapéutica, instructiva y divertida con los participantes descubriendo con nuestros propios ojos ¡QUE NO SOMOS LOS ÚNICOS QUE TRABAJAMOS EL JARDÍN COMESTIBLE! (Foto III.19)

Foto III.19.- ¡No somos los únicos que trabajamos el jardín comestible!

Si en el diseño de los canteros algunas zonas quedan muy anchas y no podemos alcanzar ciertas zonas desde el cantero desde el pasillo, ello lo podríamos solucionar poniendo losetas de manera estratégica, siempre teniendo en cuenta a la persona con el paso más corto o con menos elasticidad para que podamos pisar en ellas y acceder a la zona de cultivo sin pisar el suelo.

O en el caso de disponer de un espacio muy reducido y querer aprovechar al máximo la zona de cultivo, se podrían sustituir los caminos por losetas en la propia zona de cultivo, a modo de pasos, por lo que se podría plantar en la zona entre losetas (Foto III.20).

En ambos casos este sistema podría ayudar a los participantes a desarrollar habilidades como la atención y el equilibrio.

Foto III.20.- Un paseo de losetas en las zonas de cultivo

También podríamos diseñar bancales/canteros elevados para las zonas donde se producen inundaciones y poder así proteger los cultivos del agua. En zonas donde llueve poco pero con mucha intensidad serviría para conducir el agua a través de los caminos entre los bancales como zanjas de infiltración donde el agua se amansaría, filtraría y ayudaría a no erosionar el terreno. La construcción de los bancales elevados se realizaría cavando la tierra del camino hacia el bancal, para obtener la altura suficiente, seguidamente se le proporcionará como mínimo entre 15 y 20 cm de compost solo en zona de cultivo y no en los caminos. En estos bancales también se aplicaría el mismo método de colocar periódicos/cartones con acolchado en canteros y caminos que hemos explicado anteriormente (Foto III.21). Se plantaría de la forma que explicaremos más abajo.

Foto III.21.- Construcción de bancales elevados

III.3.- Sistema de riego que podemos usar

El sistema más idóneo de riego para este jardín comestible permacultural basado en los ecosistemas naturales es el riego por aspersión, que es el que más se asemeja a la lluvia al mojar toda la superficie que incluye canteros y caminos. Este sistema aporta al jardín humedad de una manera homogénea, lo que facilita la descomposición de la materia orgánica y participa en la creación de un suelo vivo. Todo ello da lugar a que al mismo tiempo que se riegan las zonas de cultivo, se regarán los caminos que nos proporcionarán aproximadamente en un año un rico compost que podremos utilizar como sustrato para nuestro vivero o nutriente para nuestros canteros.

También se podría combinar el sistema de riego por aspersión con el sistema de riego por goteo para gestionar el gasto de agua en lugares donde ésta escasee, o llegado el caso podríamos utilizar solo el sistema de riego por goteo (Foto III.22). En nuestro caso estas instalaciones son colocadas sobre el diseño terminado de nuestro jardín comestible, quedando los riegos vistos sobre el acolchado con el propósito de que si tuviéramos una rotura veamos la fuga de agua para poder repararla, y para evitar perforar las mangueras con el plantador o cortarlas por error con alguna herramienta de corte.

La instalación del riego a elegir puede ser una oportunidad para poner en marcha un taller instructivo para las personas que se benefician del proyecto.

Foto III.22.- Sistemas de riego por aspersión (izquierda), por goteo (centro) y de combinación aspersión con goteros (derecha)

III.4.- Nuestra primera plantación

Nuestra primera plantación la podríamos hacer al día siguiente de haber puesto en práctica en el terreno nuestro diseño. En todo caso antes de empezar a plantar sería ideal regar bien las bandejas de las plántulas a trasplantar y mojar los canteros con manguera o con aspersores, si los hubiera, para una mejor fijación de la materia orgánica y para facilitarnos la plantación a la hora de hacer los huecos para plantar (Foto III.23).

Foto III.23.- Fijando la materia orgánica con un riego para plantar

At the time of planting it is necessary to move the organic matter a bit aside with our hands or carefully creating small circles with a dibble in order to avoid organic matter from falling into the hole we will make. The organic matter has to be moved away until the underlying paper is visible. If the organic matter falls into the hole it is harder to insert the seedling into the hole and later on it could also provoke decomposition, which would hinder the plant to take root and grow. With a dibble, we will make the hole so we can perforate the newspaper or cardboard, hence the importance of wetting them to make the perforation easier (Figure III.24). In case we chose to use cardboard instead of newspaper, we would have to wait long enough for it to soften down so we can perforate it more easily.

Figure III.24.-Planting for the first time the designed beds

Dependiendo del tamaño del cepellón de la plántula el hueco será ligeramente mayor en profundidad y anchura que éste, de manera que al dejarlo caer con suavidad y sin apretarlo quede la parte superior del cepellón lo más ajustada posible en el hueco a la altura del compost, justo debajo del periódico. Una vez colocada la plántula en el hueco se cubre con materia orgánica la parte del periódico que haya quedado demasiado expuesta teniendo claro que el retoño de la plántula debe quedar a la vista para que no se pudra.

Si por otro lado apretamos el cepellón dificultaremos la expansión de sus raíces y la planta no se desarrollará con normalidad. Igualmente, si el cepellón queda por encima del periódico le vamos a dificultar el crecimiento a la planta ya que parte de las raíces quedarán por encima y no  enraizarán en el compost (Foto III.25).

Foto III.25.- Forma de plantar sugerida (izquierda), errónea (centro) y evolución de la plantación (derecha)

Al finalizar la plantación, y con el propósito de que las plántulas enraícen con rapidez, debemos dar un riego de asiento a las plántulas, con poca cantidad de agua, durante dos o tres días seguidos. Con posterioridad, y según observemos la humedad del suelo, el riego se hace según necesidad.

En la Unidad Didáctica V, “Mantenimiento de nuestro jardín comestible”, se hablará de la siembra directa en los canteros.

A la hora de una mejor recolección, gestión de espacio y aprovechamiento de la luz solar, el diseño de la distribución de las plantas más utilizado de nuestro jardín comestible es la forma piramidal, que consiste en colocar las plantas de mayor tamaño a la hora de su desarrollo en el centro del cantero y las de menor tamaño hacia los extremos (Foto III.26).

Foto III.26.- Distribución piramidal de plantas

Para esta actividad podemos dejar que nuestros participantes usen la imaginación para crear colores en forma de arcoíris con las plantas dentro de los propios canteros para el desarrollo de su “creatividad comestible” (Foto III.27).

Foto III.27.- “Creatividad comestible”

III.5.- A modo de conclusión

Con esta unidad didáctica hemos querido transmitirles la importancia que tiene para la Permacultura el cultivo del suelo como ser vivo. En la unidad didáctica previa hemos destacado asimismo la importancia del cultivo del agua.

No nos olvidemos que “los suelos albergan al menos una cuarta parte de la biodiversidad del mundo. Son clave en el ciclo del carbono. Nos ayudan a mitigar y adaptarnos al cambio climático. Juegan un papel importante en la gestión del agua y en mejorar la resiliencia ante las inundaciones y sequías”, como señala José Graziano da Silva, Director General de la FAO, con ocasión de la declaración del Año Internacional de los Suelos por la ONU en 2015.

Pero cultivar suelo es eso y más. Es también una oportunidad para disponer de nutrientes para los alimentos, y una oportunidad para reconectarnos como especie humana con la naturaleza de la que somos parte y la belleza a través de la magia de los sentidos: tocar, oler, observar,… En resumen, UNA GRAN OPORTUNIDAD PARA SANAR (Foto III.28).

Foto III.28.- Cultivando y sintiendo el suelo