II.1.- Observar primero y reflexionar después a la sombra de lo percibido

Foto II.1.- A modo de ejemplo, plano del centro de terapia de la Asociación para el Desarrollo de la Permacultura

Hay que tener presente que se trata de un proyecto vivo, que va a estar expuesto permanentemente a cambios debido al proceso de ensayo y error al que va a estar sometido a través de la observación y el establecimiento de relaciones entre los distintos elementos del diseño.

Esta metodología de ensayo y error la podemos aplicar también como terapia potente para que los beneficiarios puedan hacerla suya como fase de aprendizaje en sus vidas cotidianas.

El diseño de un lugar depende de la zona donde nos encontremos. Varía en función de los diferentes climas, regiones y alturas respecto al nivel del mar. Hemos de adaptarnos a la naturaleza del lugar teniendo en cuenta la climatología, orientación, vegetación, cultura,…

En relación a la cultura por ejemplo, el contacto con el conocimiento vernáculo del entorno más cercano al centro de terapia nos puede proporcionar información muy relevante para la puesta en marcha del proyecto, como información de los cultivos tradicionales que se dan en la comarca y sobre el material vegetal adecuado para la zona, de manera que se asegure el escalonamiento y continuidad de los cultivos. Recabar esta información forma también parte de la formación.

Los alumnos, con la ayuda de los monitores, pueden visitar a agricultores y hortelanos de la zona, a universidades y centros de investigaciones agrarias y así socializar y dar a conocer tanto la Permacultura como el proceso de recuperación de las personas con enfermedad mental.

Esta información nos va a permitir, asimismo, identificar las redes de semillas existentes y los circuitos cortos de comercialización a los que nos podremos vincular con la producción que obtengamos en el futuro de nuestro diseño permacultural.

II.2 Climatología y orientación del lugar

Identificar la climatología del lugar y su orientación (norte, sur, este y oeste) nos permitirá aprender conjuntamente con los alumnos a poner todos nuestros sentidos en la observación. Una manera de hacerlo es, por ejemplo, visitando algún centro meteorológico local o haciendo prácticas en el terreno utilizando una brújula.

De esa manera podremos saber dónde se encuentran las zonas más cálidas y zonas más frías del lugar para poder situar en el plano los distintos elementos del centro de terapia vinculados al proyecto permacultural.

Así ubicaremos el huerto que nosotros llamamos jardín comestible, en la parte más soleada y lo más cerca posible de la infraestructura principal del centro, ya sea ésta una casa, un taller, un aula, un cuarto de aperos, un vivero… La infraestructura principal la utilizaremos como referencia, como punto de partida, con el fin de que la comercialización de las verduras y hortalizas sea energéticamente la más eficiente posible.

En la siguiente zona podemos ubicar la granja de animales. Sería ideal poder contar en el proyecto con dicha granja por su fuerte valor terapéutico. El hecho de que animales de varias especies diferentes convivan en un mismo recinto, es una fuente de reflexión e inspiración para los beneficiarios (Foto II.2). Incluso, si no fuera posible disponer de una granja con diferentes especies juntas, sería aconsejable contar con una aunque sea con una única especie o varias separadas. Dicha granja tendría que estar vallada para que los animales no puedan acceder a los jardines comestibles.

Foto II.2.- Animales en compañía (Permacultura animada)

Cerca de esta zona se puede colocar igualmente el acceso y los aparcamientos del centro de terapia para que sirva tanto de barrera como para que sea más fácil el mantenimiento de la granja por su cercanía a los excedentes del jardín comestible y a los recursos que se puedan traer del exterior como alimentación para los animales, materiales,… La granja puede ser igualmente utilizada como zona de visitas.

En la siguiente zona situaremos un lugar para pastos, idealmente perennes, que servirán como biomasa para el acolchado de los jardines comestibles y/o como comida para los animales, si los hubiera, dejando el resto de las zonas para bosques jardines comestibles de los que hablaremos en la Unidad Didáctica IV. Los pastos más idóneos dependerán de la climatología del paraje. Los centros de investigación agraria y/o ganaderos de la zona nos pueden proporcionar dicha información.

Estas ubicaciones se harán a lo largo o alrededor de la infraestructura principal, dependiendo de donde se encuentre ésta y de las condiciones del lugar (dimensiones, forma, accesos, disponibilidad de agua, construcciones existentes, arboleda existente…) (Foto II.3).

Foto II.3.- Distribución de zonas en el centro de terapia de la Asociación para el Desarrollo de la Permacultura, situado en la Finca El Mato Tinto (Tacoronte, Tenerife)

Si las infraestructuras se fueran a construir por primera vez, se podrían utilizar técnicas de bioconstrucción de las que se hablará en la Unidad Didáctica VII, técnicas con gran valor terapéutico.

Lo más recomendable sería situar las infraestructuras lo más cercanas posible a la vía de comunicación principal, de manera que la vía de acceso sea la más corta y accesible posible, requiriéndose con ello un menor mantenimiento.

En el diseño del lugar se tendrá en cuenta la importancia de establecer relaciones entre las distintas zonas del proyecto para asegurar el mayor número de cierre de ciclos. A título de ejemplo: de los techos de las infraestructuras se recogerá agua para regar el jardín comestible; los restos de la limpieza de verduras y hortalizas del jardín comestible proporcionarán alimento para los animales o acolchado para el propio jardín; los pastos también producirán alimento para animales y acolchado; los animales facilitarán terapia a nuestros alumnos a la vez que producirán nutrientes que se podrán usar para el vivero o en el jardín comestible; el bosque jardín comestible proporcionará leña para la cocina, fruta, acolchado; y así un largo etcétera (Foto II.4).

Foto II.4.- Distintas imágenes del proyecto permacultural que guardan relación entre sí en clave de cierre de ciclos

La naturaleza sistémica de la Permacultura asegura que los elementos del proyecto estén muy interconectados. Todos los elementos del lugar cumplen diferentes funciones que se interrelacionan y que les ayuda a sostenerse entre ellos.

En los siguientes epígrafes hablaremos de la importancia de determinados componentes en el diseño del lugar como son los recursos hídricos, los setos, los biotopos, el volcán polinizador y la red residuos-recursos.

II.3.- El cultivo del agua

En el diseño del lugar hay que tener en cuenta la identificación de un recurso estratégico como es el agua. La mayor parte de los recursos hídricos del centro de terapia provendrán seguramente de redes de agua provenientes del exterior. Sin embargo hay otros recursos hídricos que se pueden generar en el propio centro a través de la captación del agua de lluvia y la depuración de las aguas residuales. De estos últimos recursos hablaremos a continuación bajo el concepto del cultivo del agua.

Si se empezase con un diseño nuevo del lugar, o estuviéramos rediseñando el que tenemos, habría que contemplar la posibilidad de desviar hacia zanjas de infiltración (swales) el agua de lluvia utilizando canales de desviación de caminos o carreteras aprovechando cualquier pendiente del terreno (Foto II.5). Las zanjas de infiltración son excavaciones largas en curvas de nivel construidas a lo largo del terreno que permiten que el agua se amanse, con el propósito de que se infiltre en el subsuelo. El ancho aproximado entre zanjas varía entre 3 y 15 metros aproximadamente dependiendo del desnivel o extensión del terreno (Foto II.6).

Foto II.5.- Canales de desviación de caminos

Foto II.6.- Zanjas de infiltración (swales) para agua de lluvia en el terreno

También si se tuvieran infraestructuras con techos y no dispusiésemos de estanques para el almacenamiento del agua de lluvia, podríamos desviar esta agua hacia estos surcos a nivel. De este modo, nos beneficiaremos de los nutrientes que pudiesen traer consigo, al mismo tiempo que se evita la erosión y aumenta el nivel freático de la zona, lo que significaría disponer de agua subterránea que aprovecharían las raíces de los árboles en las épocas de verano o sequía.

La recogida del agua de lluvia mediante este sistema consiste en ayudar a que el agua que corre por los canales de desviación entre en el primer surco a nivel situado en la parte más alta de la pendiente del terreno, y comience a fluir mansamente hasta llegar al otro extremo del surco donde se encuentra un rebosadero.

En situaciones de intensas lluvias, donde la cantidad de agua que entra en una zanja de infiltración fuese mayor en volumen que la que estuviera filtrándose en ese momento, el nivel del agua de dicha zanja subiría hasta rebosar por el extremo pasando el agua desbordada al siguiente surco con el que estuviese interconectada (Foto II.7). Así sucesivamente hasta la última zanja situada en la parte más baja de la pendiente del terreno, que si llegara el caso rebosaría y pasaría al camino, carretera o cauce de agua.

Foto II.7.- Zanjas de infiltración en un jardín comestible con bancales elevados

Una segunda forma de cultivar el agua de lluvia sería captarla en los suelos de los propios canteros. La esponjosidad del buen suelo cultivado del que hablaremos en la Unidad Didáctica III, posibilita que toda la lluvia que caiga sobre los canteros y caminos de los jardines comestible permaculturales sea absorbida por el suelo del propio jardín (Foto II.8).

Foto II.8.- Imágenes del suelo esponjoso

Una tercera forma de cultivar el agua de lluvia es a través de la canalización de todos los techos de las infraestructuras del centro y su conexión con el estanque, donde el agua se almacenaría para su posterior uso (Foto II.9).

Foto II.9.- Canalización y almacenamiento del agua de lluvia de los techos de las distintas infraestructuras

También cabe canalizar el agua de lluvia de los caminos hacia un sistema de pequeños estanques en el que se decanta la tierra que trae el agua para posteriormente canalizarla y almacenarla limpia en el estanque principal (Foto II.10).

Foto II.10.-Canalización, decantación y almacenamiento del agua de lluvia de los caminos

Dependiendo de la extensión y distribución del lugar puede haber uno o varios estanques.

El objetivo de esta forma de cultivar el agua de lluvia es que toda o la mayor parte de ella se quede en el centro de terapia, permitiéndonos hacer con ello una gestión eficiente de las aguas pluviales.

Para cerrar el ciclo del agua generada en el centro, se puede construir una depuradora de aguas residuales con filtros vegetales y materiales reutilizados. Si se pudiera construir es imprescindible hacerlo bajo supervisión técnica durante todo el proceso, puesto que es necesario saber calcular el consumo de agua por persona en cada centro de terapia y así poder dimensionar el tamaño correcto de la depuradora, teniendo en cuenta también el clima del lugar y su normativa. Estas aguas residuales suelen proceder de los baños, duchas, lavabos, lavadoras,…, que una vez depuradas se pueden reutilizar directamente para el riego, almacenarla en estanques o desviarla a las zanjas de infiltración.

A continuación mostramos a modo de ejemplo la construcción de una depuradora natural de aguas grises. Ésta se ha diseñado a escala empíricamente calculada para unas 10 personas aproximadamente en el centro de terapia para la salud mental de la Asociación para el Desarrollo de la Permacultura. En este caso es sólo de aguas grises ya que al usar baños secos no tenemos aguas negras.

En primer lugar tenemos que asegurarnos que el lugar elegido para colocar la depuradora esté a un nivel por debajo del saneamiento del centro, para así asegurarnos de que toda el agua residual es recolectada y desviada hacia la depuradora para una vez depurada terminar utilizándola para regar o almacenándola.

Hemos hecho una excavación para enterrar los recipientes en el terreno, y así conseguir estar por debajo del nivel del saneamiento. Utilizamos 4 recipientes reutilizados con una capacidad aproximada de unos 1000 litros cada uno, interconectados entre ellos (Foto II.11). Los recipientes y sus conexiones tienen un ligero desnivel para que el agua fluya por gravedad del primer al cuarto recipiente.

Foto II.11.- Colocación de los recipientes y sus conexiones

El primer recipiente hace de digestor de grasas, de salinidad y materia orgánica y es el más cercano al efluente del saneamiento. El tubo del efluente entra en el recipiente por la parte superior, a nivel de superficie.

Dos tercios de la capacidad del depósito lo rellenamos con cañaveral o bambú y el tercio superior con paja. Las cañas han de cortarse con un tamaño algo más pequeño que el diámetro del recipiente, para poder colocarlas de forma horizontal (Foto II.12). Al final de su colocación se le añade un peso para que queden sumergidas al rellenarse de agua el recipiente. En estas fibras vegetales será donde se encuentre el hábitat necesario para que los microorganismos se desarrollen con el tiempo de una forma natural, microorganismos que serán los responsables de depurar las grasas, la materia orgánica y los minerales. Si queremos aumentar rápidamente la fauna microbiana y adelantar así el proceso de depuración del agua se podría inocular microorganismos  con un bokashi (Wikipedia). Este primer recipiente hay que cerrarlo muy bien con una tapa.

El agua sale del primer recipiente al segundo por el efecto sifón, a través de un tubo alargado desde la mitad del depósito, en la zona más cercana al segundo. En la parte superior del tubo hay una conexión en forma de T que sirve para que el agua entre por gravedad en el segundo depósito. Este último brazo de la T está cerrado con una tapa para poder extraer el agua al objeto de ser analizada (Foto II.12).

Foto II.12.- Composición interior del primer recipiente y conexión con el segundo recipiente

Foto II.13.-Composición interior de los restantes recipientes

Figure II.13.- Inner composition of the remaining vessels

Como se comentó anteriormente, el agua residual que viene del primer depósito entra en el segundo por un tubo colocado en un extremo de la parte superior de éste, de manera que el agua residual vaya decantándose a través de toda la superficie de los áridos hasta el drenaje y salga por el efecto sifón por el otro extremo superior. El agua sale al tercer depósito a través de un tubo alargado, colocado a 20 cm del fondo, que sube del drenaje. El tubo tiene una T con su tapa de registro de control, mantenimiento y análisis. La misma conexión se hizo entre el tercer y cuarto recipiente, terminando el cuarto en el desahogo.

Los tres depósitos, una vez rellenados y con agua, se siembran con plantas subacuáticas que sean preferiblemente de la zona. Para el primer recipiente de áridos hemos usado espadaña, para el segundo juncos y el tercero lo hemos sembrado con una amplia variedad de plantas de las cuales muchas nos dan flores como lirios de diferentes colores o calas que embellecen este lugar que también atrae mucha fauna para que nuestros alumnos puedan beneficiarse (Foto II.14). En nuestro caso el resultado de la primera analítica del agua depurada al mes de la puesta en marcha de la depuradora, resultó apta para el riego.

Foto II.14.- Secuencia de imágenes del material vegetal utilizado en la depuradora natural de aguas residuales

Con estas distintas formas de cultivar agua podemos inculcar en nuestros beneficiarios la conciencia de tener en cuenta un recurso vital como es el agua, y la posibilidad de que en épocas de lluvia puedan observar cómo fluye a través de las zanjas de infiltración o mirarla y escucharla caer en un estaque, y en épocas de sequía puedan observar cómo el afluente de la depuradora natural se convierte en un manantial permanente.

La musicalidad de ambas situaciones se convierte en un potente recurso terapéutico.

II.4.- Los setos como bordes de ecosistemas

Una labor importante en el proceso de observación del lugar es identificar los vientos y sus procedencias, en especial la procedencia de los vientos dominantes y la de los vientos más fuertes y destructivos. Esa información nos servirá a la hora de situar la arboleda perenne en los lindes del centro de terapia a modo de setos.

Hablamos de un seto vivo compuesto de árboles y arbustos perennes, preferiblemente que sean al mismo tiempo frutal y de flora autóctona, al ser más resistente debido a su aclimatación (Foto II.15). Los setos actúan como bordes que harán la función de suavizar la temperatura, la humedad y/o frenar la velocidad del viento, atrayendo biodiversidad y protegiendo de esta manera nuestro diseño permacultural.

Foto II.15.-La faya (Myrica faya) del bosque de laurisilva (Islas Canarias) como material vegetal del seto que nos da fruta, madera, biomasa, forraje, fija nitrógeno atmosférico y sirve de refugio para la nidificación de las aves

Para que nos haga una buena función de cortavientos y protección deberíamos plantar los setos en línea, separándolos entre ellos de 1 metro a 1 metro y medio, aproximadamente, para lograr una espesura suficiente (Foto II.16).

Foto II.16.- Plantación y evolución de los setos

Los setos nos proporcionarán, además, biomasa para el mantenimiento de la cobertura del suelo de nuestro jardín comestible, leña, fruta y pasto (Foto II.17), como tendremos ocasión de ver en unidades didácticas posteriores.

Foto II.17.- Hojas caídas de níspereros, utilizados como  setos, que actúan de biomasa en el suelo

Estos ayudarán igualmente a atraer la fauna del lugar al crearse condiciones idóneas para que existan refugios para la nidificación (Foto II.18), contribuyendo de esta manera con la biodiversidad y el equilibrio del entorno.

Foto II.18.- Imágenes de un nido en construcción y otro construido

La zona de setos es otro lugar interesante de observación y aprendizaje para nuestros alumnos al poderles mostrar las distintas funciones que cumplen (zona de nidificación y avistamiento de aves y otros animales, pantalla de protección, generación de biomasa, recolección de frutos,…).

II.5.- Los biotopos como atractores de vida animal

El entorno de los setos es una de las zonas ideales para crear los biotopos, lugares para atraer la vida, como su propio nombre indica. Son pequeños estanques de agua en los que se pueden encontrar libélulas, ranas o sapos,…, con plantas acuáticas como nenúfares, jacintos, lechugas de agua, lentejas de agua, o semiacuáticas como calas, juncos, lirios de colores, etc. Agua de la que se beneficia la fauna de la zona. Se pueden buscar plantas acuáticas y/o semiacuáticas del lugar por estar éstas más aclimatadas.

La función de estas plantas es oxigenar el agua y mantenerla limpia con el fin de atraer una gran variedad de fauna beneficiosa, de depredadores que facilitan el equilibrio del ecosistema del jardín comestible y del entorno, al mismo tiempo que aumentan la biodiversidad del lugar. A fin de favorecer la atracción de la fauna conviene que los biotopos estén situados en lugares sombreados y no demasiado expuestos.

Los biotopos se convierten en todo caso en otro interesante lugar de observación e investigación para la terapia de nuestros beneficiarios que pueden relajarse y disfrutar viendo la fauna existente en ellos  (Foto II.19).

Foto II.19.- Biotopo integrado en el jardín comestible en pleno funcionamiento

Para la construcción de un biotopo podemos usar materiales reutilizados como por ejemplo bañeras usadas, palanganas, bidones o cualquier recipiente en el que podamos almacenar agua. Los biotopos se pueden enterrar o semienterrar en el terreno asegurándonos antes de que no tengan roturas o salidas de agua (Foto II.20).

Foto II.20.- Fase de construcción de los biotopos con recipientes reutilizados

Se sugiere que los bordes del recipiente se cubran con alguna tela como arpillera, moqueta usada, césped artificial usado, etc., de manera que la cubierta quede por debajo del nivel del agua para que si algún animal pequeño por accidente cayera al agua tenga la posibilidad de trepar y salir del biotopo.

El material utilizado lo fijaremos por fuera, para que no se desplace, utilizando para ello piedras o troncos que nos servirán de bordes. En el centro del biotopo se podría poner una piedra lo suficientemente grande para que sobresalga por encima del nivel del agua, y facilite con ello que se posen las aves para beber agua (Foto II.21).

Foto II.21.- Biotopo recubierto de césped artificial usado fijado con piedras los  bordes, y piedra central donde se posan las aves

Una vez construida la infraestructura del biotopo, lo llenamos de agua colocando a continuación las plantas acuáticas y/o las macetas de plantas semiacuáticas, quedando el biotopo integrado con el entorno como un oasis, para facilitar la vida de los pequeños animales.

Se sugiere que a las macetas de las plantas subacuáticas se les ponga un calzo que repose sobre el fondo del biotopo de manera que las plantas queden a nivel de la superficie del agua (Foto II.22).

Foto II.22.- Biotopo con plantas subacuáticas en macetas

El mantenimiento del biotopo es sencillo. Al menos una vez al año se haría una poda del exceso de plantas que haya alrededor del biotopo con el fin de mantener su condición de oasis. Además, periódicamente debemos asegurarnos que un tercio de la superficie del agua quede siempre libre de plantas para facilitar la oxigenación del agua y que los pequeños animales accedan más fácilmente al líquido elemento (Foto II.23).

Foto II.23.-Biotopo con cubierta vegetal (lenteja de agua) sin cubrir toda la superficie del agua

El material vegetal de dicha poda y el que periódicamente se extrae de los biotopos se pueden reutilizar, como veremos en la unidad didáctica dedicada al mantenimiento del jardín comestible. También podríamos colocar un hotel de insectos al lado del biotopo, sobre todo si tenemos nuestro jardín comestible aislado en una zona urbana (huertos escolares o urbanos, azoteas, balcones…), para atraer así la mayor cantidad de fauna beneficiosa (Foto II.24).

Foto II.24.- Diferentes diseños de hoteles de insecto

II.6.- El volcán polinizador

Un volcán polinizador es un refugio para nuestras amigas y aliadas las abejas, que son las principales polinizadoras, no sólo de nuestros jardines comestibles y nuestros bosques jardines comestibles, sino de una amplia zona del entorno que se beneficia de este insecto social (Foto II.25).

Foto II.25.- Nuestras amigas y aliadas las abejas

Para integrar una o más colmenas de abejas de una manera segura en nuestro diseño utilizaríamos lo que nosotros denominamos un volcán polinizador con el fin de poder realizar las actividades cerca de las colmenas sin riesgos a que nos piquen. Le damos ese nombre por la forma de pequeño volcán que tiene (Foto II.26).

Foto II.30.- Cajas de colmenas en el interior del volcán polinizador

Si tuviéramos la posibilidad de disponer en nuestro diseño de un volcán polinizador, sería de suma importancia para tener mayor potencial polinizador en la zona. Además tendríamos la posibilidad de conocer las abejas, trabajar con ellas, y obtener moderadamente productos como la rica miel, el propóleo, el polen, la jalea, etc., excelentes alimentos para el equilibrio y la salud de nuestro organismo.

Para estas labores de mantenimiento y recolección, sería necesaria la participación de un apicultor profesional que nos podría ayudar y enseñar cómo es la vida social de las abejas, el manejo responsable de las colmenas, y cómo poder interactuar debidamente y en momentos puntuales, con los alumnos que les guste la actividad.

El propósito de que el volcán polinizador tenga la forma cónica de un volcán es para que las abejas tengan que volar lo suficientemente alto a la hora de salir de su refugio, que son las colmenas que están dentro del volcán. De esa manera las abejas dejan de ser una amenaza para las personas que se encuentren cerca o al lado de las colmenas, en el exterior del volcán polinizador (Foto II.27).

Foto II.27.- Convivencia entre los beneficiarios  y las abejas en el bosque jardín comestible

La construcción de este volcán requiere materiales como madera o tubos de hierro, preferentemente reutilizados, para formar un cono con una base de unos 5 metros de diámetro y con una altura mínima de 3,5 metros, que terminaría en un círculo de 3,5 metros de diámetro aproximadamente en la copa. La altura mínima de 3,5 metros es para asegurarnos que la distancia existente entre las colmenas y la parte superior del volcán polinizador sea la suficiente para que las abejas no sean una amenaza para las personas que pasan al lado del volcán polinizador, ni nosotros seamos una amenaza para ellas.

En la construcción del volcán polinizador hay que tener en cuenta que hay que dejar un hueco para colocar la puerta de acceso al interior, que posibilite al apicultor realizar las labores de mantenimiento a las colmenas (Foto II.28).

Figure II.28.- Access door to the “pollinator volcano”

La estructura debe estar bien anclada al suelo. La estructura ha de forrarse alrededor, excepto en la puerta y en la parte superior que dejaremos libre, con alguna red o tela metálica que tenga huecos muy pequeños que las abejas no puedan atravesar. Con ello nos aseguramos que las abejas sólo puedan salir por la parte superior del cono. De esta manera nosotros nunca estaremos en el tránsito de su vuelo, tanto cuando salgan a hacer sus labores de recolección de polen, néctar, etc., como cuando regresen a la colmena.

La parte exterior de la estructura del volcán polinizador se plantaría con plantas tipo enredadera, melíferas, y si son plantas que den frutos comestibles mejor aún, plantas que treparían por la red o tela metálica. Con esta cubierta vegetal se conseguirían varios objetivos: obtener fruta, que las abejas no nos vean pasar y no las molestemos y mimetizar el volcán polinizador integrándolo plenamente en el entorno (Foto II.29).

Foto II.29.- Evolución en la mimetización del volcán polinizador con maracuyá

El lugar recomendado para ubicar el volcán polinizador sería el bosque jardín comestible.

Si dispusiéramos de un taller de carpintería podríamos construir las cajas para las abejas a partir de un plano de su fabricación en el que podrían participar los alumnos del curso o, si no fuera el caso, se podrían comprar en el mercado.

La caja, o cajas, hay que levantarlas del suelo con palés o ladrillos para que no les llegue humedad o se encharquen de agua en épocas de lluvia. Se sugiere que el máximo de cajas en línea para la superficie de la base del volcán descrito sea cuatro o cinco (Foto II.30).

Figure II.30.- Hives boxes inside the “pollinator volcano”

II.7.- La red residuos-recursos relacionada con el entorno

En el diseño del lugar es necesario tener en cuenta la importancia de crear una red de residuos-recursos con el entorno cercano. Para ello es importante y necesario hacer un reconocimiento de dicho entorno, barrio, pueblo o ciudad, para identificar los residuos de nuestros vecinos más próximos que podremos convertir en recursos en nuestro proyecto permacultural en clave de apoyo mutuo. Labor que sirve para reeducar, concienciar y sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de enfriar el planeta haciéndolos entender que la ayuda es mutua: ellos se hacen responsables de partes de sus residuos, mientras que otros los transforman en nutrientes para convertirlos en alimentos.

Si ya hubiera una relación de colaboración con el entorno este proyecto sería una gran ocasión para profundizar en dicha colaboración.

Hablamos de periódicos, cartones, borras de café, poda de jardines, poda agrícola, picadillo de monte, residuos de bodegas, botellas, troncos de madera, piedras… Unos recursos que serán estratégicos en el diseño y mantenimiento de los jardines comestibles como ya hemos tenido ocasión de mencionar en algún momento en esta unidad didáctica, y como tendremos ocasión de analizar en unidades didácticas posteriores (Foto II.31). La recolección de estos recursos se puede realizar durante todo el año, necesitándose para ello un espacio en el centro para poderlos almacenar.

En esta labor de recolección se puede involucrar a los beneficiarios del curso convirtiéndose en una excelente excusa para relacionarse socialmente. Los vecinos colaboradores podrían ser invitados a conocer el centro, guiados si es posible por los propios beneficiarios, traduciéndose todo ello en una actividad muy integradora

Foto II.31.- Ejemplos de colaboración de la red residuos-recursos

II.8.- A modo de conclusión

Integrando los principios de la Permacultura en nuestros centros nos haremos responsables de inculcar, concienciar y sensibilizar a nuestros beneficiarios de la importancia del reparto equitativo y el uso responsable de los recursos que nos ofrece la Madre Tierra, y que con un correcto diseño de nuestro entorno nos bastaría para ser más autosuficientes.

Con el aprendizaje que puedan obtener los alumnos creando el diseño de un lugar les estamos dando la oportunidad de una mayor seguridad en sí mismos ya que no estamos acostumbrados a observar nuestro entorno como para aprender de él, y hacer cambios en nuestras vidas.

El propósito de esta unidad didáctica es ordenar la información obtenida del lugar para que nos proporcione un enfoque amplio, que nos haga reflexionar de los cambios que necesitamos para tener una buena salud mental. Si bien hemos sido capaces de destruir la naturaleza, aquí proponemos un diseño mental de nuestras vidas para ser capaces también de restaurarla, ordenando nuestras ideas para encontrar la manera de convivir en nuestro entorno y con nosotros mismos, entendiendo los patrones mentales de nuestra naturaleza (Foto II.32).

Foto II.32.- Vista del aula bioconstruida con los beneficiarios  de la Asociación para el Desarrollo de la Permacultura integrada en el entorno