V.1.- La piel del suelo

En las unidades didácticas anteriores hemos explicado cómo diseñar el lugar (Unidad Didáctica II), y cómo comenzar un terreno desde cero para crear nuestros jardines y bosques jardines comestibles (Unidades Didácticas III y IV). Ahora nos toca abordar el mantenimiento, una parte esencial en este sistema de policultivo permanente.

Una cuestión central en el mantenimiento de nuestro jardín comestible es el nivel de acolchado que tenemos que mantener para la nutrición del suelo. Dicha cuestión la identificamos con conceptos como piel del suelo y compostaje en superficie.

En esta unidad didáctica vamos a ver cómo y cuándo nutrir nuestro suelo reutilizando recursos orgánicos del propio lugar, del entorno más cercano e incluso de las viviendas de las personas que se benefician del proyecto, personas que pueden estar interactuando con el vecindario recogiendo, por ejemplo, en bares y restaurantes cercanos borras de café, periódicos, cartones, etc., como ya apuntamos en el epígrafe “La red residuos-recursos relacionada con el entorno” de la Unidad Didáctica II. Esta actividad se puede hacer en parejas o en pequeños grupos según veamos las dificultades de los participantes. Con esta acción se avivan las relaciones sociales, la confianza y seguridad en sí mismos, el compañerismo, la ayuda mutua

La experiencia aproximada de un año de ensayo y error a partir de la puesta en marcha de nuestros jardines y bosques jardines comestibles nos proporciona numerosas ocasiones para observar las necesidades de cambio, sobre todo pensando en el beneficio de las personas con las que trabajamos.

A través de la observación detectamos que el acolchado y el periódico o cartón utilizados en el inicio se han ido descomponiendo y por ello el color oscuro del suelo y posibles restos de papel empiezan a notarse (Foto V.1). Cuando el suelo pierde parcialmente la cobertura, que es su protección, perdemos humedad y la vida de éste, por lo que tendremos un suelo seco,  cuarteado y duro. Aunque es recuperable cubriéndolo con materia orgánica y regándolo unos días seguidos, es mejor evitar llegar a esta situación.

Foto V.1.- Imágenes donde se ve el color oscuro del suelo por falta de materia orgánica (piel del suelo)

Cuando empecemos a advertir pequeñas zonas desnudas de acolchado, es el momento en que nuestro suelo nos está dando la información de que hay que volver a cubrirlo. Ese es el momento de reponer la piel del suelo con algún tipo de materia orgánica que le sirva de cobertura. Recordemos que este sistema de policultivo está basado en los patrones de la naturaleza ya que en ésta no se ara el suelo, su auto retroalimentación está basada en el cierre de ciclo con la caída de hojas que es la biomasa que forma la cobertura en el suelo creando las condiciones perfectas para la vida en éste, creando una descomposición en superficie, dejándolo esponjoso y nutrido. Este patrón es el que explicamos en esta unidad didáctica para mantener  nuestros jardines comestibles.

Si tenemos disponibilidad incorporamos primero una fina capa de borras de café de un grosor aproximado de entre 1 y 2 centímetros (como máximo) con el fin de que cubra toda la superficie que hay entre las plantas que aún tenemos en el jardín comestible, por lo que no hace falta parar la zona de cultivo para poder nutrirlo. Esta labor hay que hacerla con cuidado para que las borras no caigan encima de las plantas (Foto V.2). Tampoco hace falta retirar los posibles restos de periódicos o cartones que no se hayan descompuesto ya que quedarían de nuevo cubiertos para su total descomposición incorporándose así como compost.

Foto V.2.- Esparciendo con cuidado la capa de borras de café

Las borras de café como residuo orgánico que son, actúan como un nutriente que nos favorece la recuperación de humedad del suelo si la hemos perdido, la esponjosidad de éste y la atracción de descomponedores, como por ejemplo la lombriz, y el resto de la impresionante variedad de fauna existente en un suelo como el que proponemos, importantes aliados que actúan de hecho como un tractor multiuso ya que nos airean, nos sueltan y nos abonan el terreno.

Una vez terminado de cubrir el suelo con las borras de café es una buena ocasión para hacer siembra directa a voleo, que consiste en esparcir las semillas con las manos sobre las borras de café, intentando que éstas no queden demasiado juntas, aunque si éste fuera el caso la zona colmatada se puede aclarar más tarde, cuando las semillas germinen y tengan un tamaño idóneo para poder realizar esta labor.

Los participantes pueden coger un bote de cristal y elegir una mezcla de semillas para luego esparcirlas, como acelgas, judías de matas bajas que son fijadoras de nitrógeno, de flores comestibles y melíferas como caléndulas o tagetes, de rúcula, rabanitos, girasoles, etc. (Foto V.3).

Foto V.3.- Mezcla de semillas esparcidas sobre las borras de café

Después de la siembra a voleo tenemos que cubrir  el suelo con la materia orgánica que tengamos, utilizando cubos para trasportarla. La colocaremos con cuidado en las zonas de verduras y hortalizas evitando que la materia orgánica caiga encima de ellas. Para ello nos ayudamos de una mano para proteger la planta mientras que con la otra se extiende la materia orgánica sobre las semillas y las borras de café hasta cubrir toda la zona de cultivo (Foto V.4). Recordamos que las mangueras de riegos las dejamos vistas sobre el acolchado como ya vimos en la Unidad Didáctica III.

Foto V.4.- Acolchando con cuidado sobre las semillas y las borras de café en la zona cultivada

El grosor que debemos incorporar de materia orgánica al suelo es aproximadamente de 5 centímetros, dos o tres dedos de alto. Tenemos que recordar que al mojar posteriormente la materia orgánica se reducirá su grosor más o menos a la mitad y nos será más fácil plantar (Foto V.5).

Foto V.5.- Imágenes del grosor del acolchado (aproximadamente 5 cm)

El momento de la germinación de las semillas y crecimiento es siempre un momento grato para las personas que han participado en dicha siembra, al poder visualizar la creatividad comestible en la que han participado (Figure V.6).

Foto V.6.- Imágenes de la germinación y momento para el aclarado una vez repuesto el acolchado

En principio, para esta primera labor de mantenimiento de la piel del suelo no se requiere que se vuelva a poner periódicos o cartones antes de la reposición de la materia orgánica. Sólo en caso de que una zona de cultivo del jardín comestible esté muy invadida con plantas adventicias de difícil eliminación, nos obligaría a parar el cultivo de la superficie afectada, y volver a poner el periódico o cartón de la manera descrita en la Unidad Didáctica III, con el fin de controlarlas.

Como hemos comentado, en el caso de tener que poner de nuevo periódicos hay que parar total o parcialmente la parcela ya que si no lo hacemos nos llevaría más trabajo escardar  estas hierbas ya que a la semana éstas vuelven a salir (Foto V.7).

Foto V.7.- Reposición de periódicos y cartones en una parada parcial de una zona del jardín comestible

En el caso de que en la parcela tengamos algunas plantas de porte grande que queramos dejar, o aromáticas que no nos interese arrancar, los periódicos se ponen de manera que las sorteemos, como se describió en la Unidad Didáctica III, “Diseñando nuestro jardín comestible”.

Es por ello que para evitar parar la parcela es importante controlar desde el primer año dichas plantas adventicias, arrancándolas para debilitarlas y dificultarles su fotosíntesis antes de que se extiendan demasiado.

A la hora del mantenimiento es importante que el suelo de la zona de cultivo, e incluso el de los caminos, estén siempre cubiertos con acolchado vegetal, ya sean restos orgánicos del propio diseño del lugar (biomasa de nuestra arboleda, paja, restos de verdura, excedente de los biotopos,…), o recursos que obtengamos de la red de residuos-recursos que hayamos creado en nuestro entorno (restos de poda de jardines o fincas, picadillo de montes,…) (Foto V.8).

Foto V.8.- Biomasa de la finca (izquierda) y de los colaboradores externos (derecha)

Esta cobertura hace de piel del suelo, una cobertura que permite nutrir al suelo a través de la descomposición superficial practicada por toda la vida animal presente en el fértil suelo, al mismo tiempo que mantiene su humedad y favorece la vida en él, protegiéndolo de la insolación o de las heladas o nieve si las hubiera (Foto V.9). Cuando sea posible, es bueno alternar los tipos de acolchado, por ejemplo una vez paja y la siguiente, resto de poda, ya que los nutrientes de un tipo de acolchado u otro son diferentes.

Foto V.9.- Zonas de cultivo y caminos cubiertas con la piel del suelo

Si utilizamos restos de poda que nos venga de fuera, y no controlamos las plantas que van en ellas, tenemos que tener especial cuidado en que nos pueda venir alguna semilla, esqueje o bulbo de plantas adventicias de difícil eliminación. En todo caso después de haber colocado la materia orgánica en nuestros canteros es fácil de controlar si como mínimo una vez cada dos semanas se hace en grupos un recorrido, y se quitan los posibles brotes que no sean de verduras u hortalizas (Foto V.10). Esta actividad es una oportunidad para promover la capacidad de observación y memoria con las personas que trabajamos para que aprendan a identificar los brotes de posibles plantas adventicias de difícil eliminación.

Foto V.10.- Imágenes de esquejes y bulbos de plantas adventicias de difícil eliminación

La labor de nutrir y proteger el suelo se hace una o dos veces al año dependiendo de la zona climática donde nos encontremos, de la intensidad del cultivo, de la cantidad de materia orgánica que incorporemos y de la rapidez de su descomposición, del sistema de riego que usemos, etc. Si no tenemos borras de café podemos sustituirlas por el sustrato obtenido del cultivo de los caminos de vida, sustrato del que hablaremos más abajo o, en última instancia, ponemos sólo el acolchado.

En las zonas climáticas con fuertes contrastes antes de que, por ejemplo, comience el invierno debemos tapar con un  acolchado generoso (10 cm o 15 cm de grosor) todo el espacio de  cultivo para que proteja el suelo de las heladas o de la nieve, dejando si fuera el caso verduras u hortalizas que resistan estas condiciones, así con este acolchado a la llegada de la primavera tendremos el suelo suelto y preparado para una nueva plantación. En el caso de los veranos intensos procedemos de igual manera a cubrir con acolchado generoso el suelo para protegerlo de la excesiva insolación, y retener así más la humedad y la vida en el suelo.

V.2.- Plantando verduras y hortalizas

Una buena nutrición y protección del suelo crea las mejores condiciones para tener una plantación de verduras y hortalizas lo más diversa y densa posible en los canteros. En nuestras plantaciones vemos y notamos que el suelo está esponjoso, lo que nos facilita el hacer los huecos sin casi esfuerzo a la hora de plantar. Al igual que cuando plantamos por primera vez con los periódicos y cartones, hay que separar la materia orgánica con cuidado y lo suficiente para que ésta no nos caiga en los huecos cuando los estamos haciendo.

La plántula se deja caer en el hueco y no la apretamos. En el caso de plantar zanahorias, rábanos alargados o plantas con raíces similares, que son más delicadas y exigentes en trasplantes, se hace un hueco de una profundidad que sea el doble del tamaño del cono de la plántula, o incluso algo más profundo.

Para que la plántula de la hortaliza se mantenga y no caiga hasta el fondo del hueco fijamos con los dedos su parte superior con una ligera presión, sin apretarla (Foto V.11). De esta manera facilitamos el crecimiento recto de las hortalizas al disponer de un espacio libre por debajo de las raíces de la plántula.

Foto V.11.- Plantando zanahorias

Para mantener el jardín y el bosque jardín comestibles de una manera permanente y con mucha densidad de plantas usamos la plantación al hueco, técnica que consiste en rellenar los espacios que han quedado vacíos después de la recolección de verduras y hortalizas, ocupándolos con las plántulas disponibles sin preocuparnos de que sean de la misma especie de la hortaliza o verdura recién recolectada. En este sistema de plantación no usamos el criterio de la rotación de cultivo al disponer permanentemente de un suelo nutritivo mediante el proceso de compostaje en superficie, descrito anteriormente, un suelo con suficientes nutrientes para todas las plantas. Con este suelo y la técnica de la plantación al hueco se asegura la reposición y el escalonamiento de las verduras y hortalizas.

Aunque tengamos una gran densidad de cultivos en el jardín comestible, cuando estemos plantando una misma hortaliza o verdura, hemos de tener en cuenta su marco de plantación, es decir, la separación que le damos entre ellas, que dependerá de la verdura u hortaliza que plantemos. Por ejemplo, a las lechugas no les daremos la misma separación entre ellas que a los brócolis ya que estos tienen un porte mucho mayor cuando las plantas  son adultas.

En nuestro caso plantamos al tresbolillo, un sistema de plantación en que cada tres plantas forman un triángulo. Por ejemplo, en el caso de las zanahorias las plantamos al tresbolillo con un marco de plantación de 20 cm entre ellas, aproximadamente un palmo (Foto V.12 izquierda). Si la plántula de zanahoria coincide al lado de un colirrábano, y el marco de plantación entre el colirrábano y la zanahoria es de 10 cm, esta distancia no va a entorpecer el crecimiento de ninguna de ellas porque la zanahoria es un tubérculo que crece hacia abajo mientras que el colirrábano crece por arriba y a lo ancho (Foto V.12 derecha).

Foto V.12.- Huecos entre los colirrábanos, hechos para plantar zanahorias al tresbolillo (foto izquierda) y distancia de 10 cm entre el hueco para la zanahoria y el colirrábano ya plantado (foto derecha)

Con la combinación de las técnicas de plantación al hueco y a tresbolillo teniendo en cuenta sus marcos de plantación, se gestiona mejor el espacio de cultivo al permitir plantar el mayor número de vegetales posibles en el terreno, aprovechando así el máximo de éste (Foto V.13). Este método permite que en el momento de la plantación se ponga mucho esmero en la concentración y la atención a través de la observación de las personas con las que trabajamos.

Foto V.13.- Imágenes donde se muestra el máximo aprovechamiento de las zonas de cultivo en las que no llega a verse la piel del suelo

Al estar nuestros jardines y bosques jardines comestibles permanentemente en funcionamiento habrá siempre, de manera simultánea, espacios de verduras y hortalizas recién recolectadas, verduras y hortalizas que están para recolectar y otras, a la mitad de su tamaño. De esta manera mantenemos el escalonamiento de recolección de las verduras y hortalizas.

Para visualizar el escalonamiento ponemos el ejemplo de la plantación y recolección de las lechugas: plantamos una lechuga pegada a la que está por recolectar para que al cortar ésta quede el espacio para que la nueva se desarrolle (Foto V.14). Y así procedemos sucesivamente tanto para la lechuga como para cualquier otra hortaliza o verdura.

Foto V.14.- Imágenes del escalonamiento de las lechugas

Algunas plantas, como por ejemplo lechugas, colirrábanos o hinojos florentinos, no se deben arrancar sino cortar, ya que con esto logramos incorporar sus raíces al proceso de descomposición presente en el cultivo del suelo.

Con nuestra experiencia sabemos que podemos mezclar de 15 a 20 o más variedades o especies de verduras y hortalizas en un solo cantero sin tener en cuenta las asociaciones entre plantas por no existir competencia entre ellas cuando hay un buen suelo fértil.

Mantener los canteros con esta densidad de verduras y hortalizas garantiza la producción y comercialización. También atrae toda la vida posible al lugar, creando las condiciones adecuadas para obtener un equilibrio natural de plagas y depredadores que aseguren la salud de nuestras verduras, hortalizas, arbustos y árboles frutales.

Si detectamos pequeñas plagas o enfermedades de forma esporádica en alguna verdura u hortaliza, no debemos actuar sobre ellas porque el equilibrio existente en nuestro jardín comestible no deja que la plaga se expanda de esa planta a otra (Foto V.15).

Más que actuar hay que observar. La información que nos está proporcionando esa observación es que posiblemente no tenemos una buena calidad de semilla o el suelo no está totalmente equilibrado en ese lugar y hay que esperar a que se equilibre por sí solo. Y si tuviésemos que actuar sería sólo en el suelo aportándole más nutrientes. Por otro lado si el problema lo tenemos en la existencia de muchas babosas o caracoles ya que suelen gustarles mucho algunas plántulas pequeñas y tiernas como las coles, posiblemente es porque tenemos muy poca biodiversidad de plantas y/o un exceso de humedad en los canteros. Una posible solución es plantar los canteros con un mayor número de plantas aromáticas, verduras y hortalizas diferentes para aminorar este problema.

También en lugares donde llueve mucho, o en lugares con mucha humedad, a las plántulas recién trasplantadas les podemos dejar el acolchado separado de sus tallos para no concentrar demasiado la humedad, o podemos controlar mejor el riego escarbando el suelo con los dedos de las manos para comprobar su humedad. Recordamos que es muy importante para el equilibrio del jardín comestible atraer el máximo de depredadores colocando en nuestro diseño uno o varios biotopos.

Foto V.15.- Plantas afectadas por enfermedad al lado de otras que están sanas

Foto V.16.- Imágenes de plantaciones densas y variadas

Figure V.16.- Images of a diverse and dense cultivation

Esta labor de mantenimiento es una actividad muy propicia para implicar a las personas del curso. Es una oportunidad para que reconozcan el momento de reponer la piel del suelo y cómo haciéndolo, lo nutren.

En resumen, con esta determinante labor del mantenimiento no sólo estamos cultivando el suelo, también cultivamos la observación, la atención y la iniciativa de mimar y proteger el jardín y el bosque jardín comestibles.

V.3.- Visualización del suelo vivo

Con el fin de reforzar la importancia del cultivo del suelo y su mantenimiento, y en última instancia, la importancia de mimar y proteger nuestros jardines y bosques jardines comestibles, las personas del curso pueden hacer una actividad lúdica que resulta muy interesante para la comprensión del funcionamiento del cultivo y mantenimiento del suelo. El objetivo de esta actividad es que conozcan de una manera visual las capas y el funcionamiento de un suelo vivo.

Los materiales a usar para esta actividad son: una pecera, reutilizada a ser posible; pequeñas piedras (de dos a tres centímetros de ancho aproximadamente); tierra; compost con lombrices; borras de café; y, algún tipo de acolchado.

Implicamos a las personas del curso a participar en esta actividad para que recolecten todos los materiales que luego colocan por capas en el interior de la pecera: Una primera capa de piedras de entre 5 y 8 centímetros de grosor que servirá de drenaje, al mismo tiempo que simula la capa de rocas de un terreno. Una segunda capa de tierra de 10 centímetro de grosor. Sobre la tierra añadimos una tercera capa de entre 15 y 20 centímetros de compost húmedo con lombrices. Sobre el compost se pone una cuarta capa de borras de café con 1 centímetro de grosor. Y por último, se añadiría una quinta capa superficial con algún tipo de acolchado entre 5 y 8 centímetros de grosor.

Estas medidas son aproximadas, se calculan proporcionalmente dependiendo sobre todo de la altura de la pecera.

Una vez rellena la pecera con las mencionadas capas plantamos plántulas de diferentes especies -por ejemplo, lechugas, zanahorias, rabanitos-, plantas que cuando crecen no tienen un porte demasiado grande. Algunas de las plántulas se plantan lo más pegadas posibles al cristal con el propósito de poder observar el crecimiento de sus raíces. También pegadas al cristal se añaden algunas semillas para ver cómo germinan y percibir las raíces a través del cristal.

Hay que tener en cuenta que una de las condiciones presentes en un suelo natural es la total oscuridad, por lo que las zonas de cristal de la pecera las tenemos que dejar tapadas con cartón u otro material, de manera que queden opacas. Las plantas sin embargo sí necesitan luz por lo que colocaremos la pecera en lugares donde haya claridad. Sólo descubrimos la parte acristalada cuando estemos haciendo una actividad de observación (Foto V.17).

Foto V.17.- Parte cubierta de la pecera de visualización del suelo

El taparla no es sólo para posibilitar las condiciones adecuadas para que se desarrollen las raíces de las plántulas, también lo es para posibilitar las condiciones adecuadas para que las lombrices hagan su trabajo de manera que en el momento de descubrir la parte acristalada de la pecera podamos apreciar con mayor facilidad sus movimientos a través de los túneles que forman, y que pueden observarse cuanto más pegadas al cristal hagan las lombrices su labor (Foto V.18).

Foto V.18.- Pecera para visualizar el funcionamiento del suelo vivo

Para mantener la humedad de la pecera se riega con poca agua, observando a través del cristal la evolución de su infiltración capa por capa, pudiendo regular la cantidad que vamos echando sin que se provoque encharcamiento. El mantenimiento del suelo cultivado en la pecera lo hacemos de la misma manera que el descrito anteriormente en el epígrafe “La piel del suelo”.

Con el paso del tiempo vamos observando cómo los colores de las capas que hemos colocado en la pecera tienden a uniformarse debido al movimiento de la vida existente dentro de ésta. Para comprobar este movimiento se pueden hacer unas etiquetas móviles identificadoras de cada capa para colocarlas en un lado de la pecera, que se van moviendo a través del tiempo y del comportamiento del suelo (Foto V.19).

Foto V.19.- Pecera con etiquetas identificativas de las distintas capas

V.4.- Cultivando caminos de vida

Los caminos son las vías que nos acercan a las zonas de cultivos y nos guían por ellas dándole forma a nuestros jardines y bosques jardines comestibles (Foto V.20). Son tan importantes como los canteros en los que cultivamos. Ellos nos dan nutrientes en forma de compost para los semilleros del vivero y aporte a nuestros canteros, de ahí la importancia de su cultivo.

Foto V.20.- Caminos de vida en el jardín comestible

También actúan como corredores ecológicos entre los canteros, esto quiere decir que la vida del suelo no se interrumpe en las zonas de los caminos, sino que es totalmente homogénea en todo el diseño de los jardines y bosques jardines comestibles (Foto V. 21). Por ello también se acolchan los caminos donde se va produciendo el compostaje superficial que luego obtenemos como compost maduro. Éstos no son unos simples caminos, son unos verdaderos caminos de vida.

Foto V.21.- Los caminos de nuestros  jardines y bosques comestibles como corredores ecológicos

El acolchado de los caminos nos viene muy bien para después de los riegos y sobre todo para las épocas de lluvia, ya que al ser cubierta vegetal actúa como una esponja, no se encharcan de agua y por tanto no nos embarramos, facilitándonos con ello las labores de siembra, plantación, recolecta, etc. (Foto V.22).

Foto V.22.- Distintos tipos de acolchado de los caminos

Este acolchado nos da la oportunidad de acercar a las personas con las que trabajamos a descubrir la sensación y el disfrute de caminar mientras llueve por un camino esponjoso, y a la vez escuchar y sentir las gotas de agua. Esta actividad la llevamos a cabo con un atuendo idóneo para protegernos del frío y de la lluvia, como son unas buenas botas y trajes de agua.

Después del primer año casi toda la materia orgánica que le pusimos a los caminos se ha descompuesto. Antes de volver a cubrirlos retiramos todo el compost que ya está maduro. Si mientras realizamos esa labor queda materia orgánica muy gruesa sin descomponer, rastrillamos esa parte y la colocamos hacia un lado (Foto V.23).

Foto V.23.- Rastrillando la parte no descompuesta del camino

Esta labor la puede hacer una sola persona pero recomendamos hacerla en parejas con las personas con las que trabajamos, ya que fomenta la igualdad de género, el compañerismo y las habilidades del trabajo con herramientas como la azada y la pala. También trabajan la atención a través de una postura correcta para la labor con ayuda de sus monitores y la concentración para una buena y correcta respiración.

Con una azada, una pala, una carretilla y sin mucho esfuerzo, una persona raspa con la azada toda la capa del compost hecho, haciendo pequeñas montañas para que la otra persona vaya cargando el compost en la carretilla con la pala hasta llenarla para transportarla al vivero donde se almacena para utilizarlo en los semilleros, esquejes, trasplantes… (Fotos V.24 y V.25). Esa labor de raspado se sigue haciendo hasta que se empiece a ver la tierra que por su color marrón se distingue del compost.

Foto V.24.- Extracción del sustrato con la azada

Foto V.25.- Recogida del sustrato de los caminos de vida

Finalizada la labor de la saca del compost en el camino se repone la materia orgánica que al principio retiramos hacia un lado, y le incorporamos más cantidad hasta que cubra totalmente el suelo del camino.

Un indicador de la cantidad de la materia orgánica a reponer en los caminos es la altura del material que utilizamos como bordes para los canteros, ya sean piedras, troncos,… Esta reposición también nos proporciona otras funciones del camino: caminar cómodamente sobre ellos, sin embarrarse en caso de fuertes lluvias, y crear las mejores condiciones para generar una buena cantidad de compost en superficie en el propio camino.

El camino es una fuente de generación permanente de compost maduro con materiales que no podamos usar como materia orgánica en los canteros por ser demasiado gruesos. La reposición para cultivar el suelo de los caminos se hace progresivamente cuando el propio camino lo requiera, de la misma manera que reponemos materia orgánica en los canteros. Dependiendo de la materia orgánica incorporada tenemos un ritmo de descomposición que varía entre 6 meses y un año, teniendo en cuenta también las condiciones climatológicas del lugar.

Como ya se ha señalado, de la disponibilidad que tengamos de materia orgánica se utiliza como acolchado del camino las partes más gruesas o leñosas, aquellas que al pisar en ellas lo podamos hacer con facilidad. Hablamos de un material que no nos sirve como acolchado para los canteros en los que tenemos plantadas verduras y hortalizas al ser un material muy grande que tarda mucho en descomponerse, entorpeciendo con ello la plantación.

Otros tipos idóneos de acolchado para los caminos son los que sepamos que tienen mayor acidez o tardan mucho en descomponerse, como por ejemplo la pinocha, viruta de madera, la poda de eucaliptos, los restos de bodegas (borujo y engazo – semillas de uva y su racimo), u otro tipo de cobertura como cáscaras de algunos frutos secos, como por ejemplo almendras, nueces, semilla de olivos, etc. (Foto V.26).

Foto V.26.- Reposición de los caminos de vida y distintos materiales a usar

El sustrato extraído de los caminos se puede también aportar directamente a los canteros de la misma manera que la descrita anteriormente para las borras de café, con la diferencia de que podemos echar más cantidad (Foto V.27). En este caso se carga el sustrato directamente en cubos o en carretillas para utilizarlo en los canteros contiguos, o en donde más se necesite.

Foto V.27.- Nutriendo los canteros con el sustrato de los caminos de vida

El cultivo de los caminos de la manera descrita pone de manifiesto la importancia del sistema de irrigación por aspersión, más parecido a la lluvia natural como se comentó en la Unidad Didáctica III. Con este sistema se riega no sólo los canteros sino también los caminos, proporcionando así una humedad uniforme en todo el terreno y facilitando los corredores ecológicos. El sistema de riego por aspersión se diseña de manera que el agua riegue todo el terreno, tanto la zona de cultivo como los caminos (Foto V.28).

Foto V.28.- Riego del nuevo jardín comestible emulando la lluvia

El sistema de riego por goteo lo podemos utilizar combinándolo con el de aspersión por si tenemos restricción de agua en alguna estación del año, pero recomendamos siempre utilizar el sistema de aspersión que mantiene la descomposición permanente en todo el jardín comestible, una descomposición que produce nutrientes en los canteros donde sale la producción y en los caminos donde obtenemos un buen compost.

El saber cuándo tenemos que regar es tocando el suelo y comprobando su humedad. En todo caso se tiene en cuenta que los momentos más adecuados para el riego por aspersión son por las mañanas o por las tardes para evitar que el sol queme las hojas de las plantas. Se puede regar a mitad de mañana cuando el día esté muy nublado o utilicemos el riego por goteo.

La extracción del sustrato de los caminos es una buena ocasión para que los participantes muestren a los visitantes del proyecto la riqueza de un espacio aparentemente improductivo, de manera que puedan decirle a éstos que lo que ven ante sí son verdaderos caminos de vida (Foto V.29).

Foto V.29.- Imágenes mostrando la vitalidad de los caminos de vida de nuestros jardines y bosques jardines comestibles

El cultivo de los caminos con su adecuado riego nos proporciona diferentes funciones: caminos cómodos y transitables en todo momento, pasillos ecológicos, sustrato para nuestros viveros, nutrientes para los propios canteros y terapia para las personas con las que trabajamos que pueden pasear cómodamente por los jardines y bosques jardines comestibles.

V.5 To summarize

An optimal maintenance of the soil, including important elements such as the biotopes or the pollinator volcano, which we have discussed in Didactic Unit II, ensures biodiversity in our edible gardens and edible garden forests, ecosystems that are balanced by their own biodiversity: a biodiversity that gives shelter to many species of predators that help us to control plagues and where we cultivate healthy food and develop good mental health (Figure V.30).

Foto V.30.-Terapia en el mantenimiento de nuestros  jardines y bosques jardines comestibles y muestra de  diversidad nutricional